Suscríbete por RSS

Madrid según... Los Modelos


A eso de las ocho comenzó a llover,
estábamos sentados en el banco aquel,
y corrimos a buscar protección,
nos resguardamos bajo un balcón,
frente a nosotros una noche mágica,
de lluvia y neón.

Es una noche de lluvia en Madrid,
no tenemos sitio a donde ir,
todas las puertas están cerradas,
nadie atiende a nuestras llamadas,
y los teléfonos, no dejan de comunicar.

Caminamos despacio, temblamos de frío,
no tenemos prisa, no tenemos destino,
todo lo que puedo recordar,
es una cita en algún bar,
una noche en que se fundieron,
sueño y realidad.

Es una noche de lluvia en Madrid,
no tenemos sitio a donde ir,
todas las puertas están cerradas,
nadie atiende a nuestras llamadas,
y los teléfonos, no dejan de comunicar.

Y es una noche de lluvia en Madrid,
no tenemos sitio a donde ir,
todas las puertas están cerradas,
nadie atiende a nuestras llamadas,
y los teléfonos, no dejan de comunicar...



Etiquetas:

Un consejo real un poco cenizo

Carlos I, a quien no le gustaba mucho Madrid. Fuente: Wikipedia

«Mira, hijo, si quieres que tus reinos aumenten, pon la corte en Lisboa; si deseas conservarlos tal como están, déjala en Toledo, pero si prefieres quedarte sin ellos, trasládala a Madrid»

Etiquetas: ,

Del origen madrileño de las sopas de ajo

Sopa de ajo lista para servir
Sopa de ajo lista para servir. Autor: Xavigivax

En su libro Gastronomía madrileña, de 1971, Joaquín de Entrambasaguas repasa de forma concienzuda la elaboración e historia de los platos típicamente madrileños. Amén del cocido y los callos, que nunca faltan en los recetarios madrileños, me ha parecido interesante este pasaje en que profundiza en los orígenes de las sopas de ajo:

Madrileñas hemos de considerar las «Sopas de Ajo», sin la menor
duda.

Me inclino al plural más que al singular sopa, porque esta palabra
—en germánico, suppa—conserva en el aludido plato su primitiva
acepción: «pedazo de pan empapado en cualquier líquido», y se trata
del conjunto de estos pedazos de pan o lonchitas, reunidos en la cazuela
donde se hacen. Lo autorizan, además, expresiones populares,
como entre otras: «echó sopas en el caldo», «se tomó el caldo y dejó
las sopas», o la más castiza aún de «le dio sopas con honda», máximo
de lo difícil, y, sobre todo, en el cuento conocidísimo del tonto aquel
que, preguntado por burla qué prefería, si pan o caldo, contestó listamente
: «Sopas.»

En cuanto a su origen madrileño, apoyan mi opinión Dionisio Pérez,
suponiendo, con razón, que luego se extendieron por la Península,
como plato nacional, e Ignacio Domènech, que les da su genuino origen
al llamarlas «a la Madrileña».

Y en verdad que tienen el espíritu de Madrid, de aparentar más
de lo que se es, sin fanfarronería, ya que siendo el ajo un condimento,
aquí se convierte en integrante y no se dice «Sopas al ajo». Y basta
de pedantear hasta en la sopa, donde todo cae y se encuentra.


̶-Gastronomía madrileña, Joaquín de Entrambasaguas, 1971.

Etiquetas: ,

1000 suscriptores

Ya sabéis que en este blog no abundan las entradas de autobombo. No suelo publicitar las estadísticas, ni tampoco he celebrado nunca números redondos de anotaciones publicadas, entre otras cosas porque no creo que merezcan la pena.

Sin embargo, hace poco he descubierto que este blog ya cuenta con más de 1000 suscriptores a través del feed RSS. Estoy realmente impresionada. Gracias.


Etiquetas:

Las Ventas


Aprovecho para contaros una anécdota curiosa. La de Madrid, con su aforo de 23.798 espectadores, es la tercera plaza de Toros más grande del mundo, por detrás de las monumentales de México (41.000 espectadores) y Valencia, en Venezuela (25.000 espectadores).

Etiquetas: ,

El Convidado de Piedra

Por las calles de Madrid, va un caballero a la iglesia,
más va por ver a las damas que por oír las completas.
Se ha acercado allí a un difunto, que está en imagen de piedra,
le ha agarrado de la barba y le dice de esta manera:

- ¿No te acuerdas, capitán, cuando estabas en la guerra
gobernando mil batallas, gobernando a tus banderas?
Yo te convido esta noche, a sentarte a la mi mesa.
El difunto que no duerme, en olvido no lo echa.

A eso de la medianoche, llega el difunto a la puerta
y le baja a responder un criado de la mesa.

- Criado, dile a tu amo, que el convidado de piedra
que convidó en San Francisco, viene a cumplir la promesa.
Le han acercado una silla para que se siente en ella,
hace que come, y no come; hace que cena y no cena.

- Yo te convido mañana, a cenar a la mi mesa.
El caballero asustado, al confesor le da cuenta.

El confesor le responde: - Hijo, comulga y confiesa
y lleva este relicario que te sirva de defensa.
Al toque de la oración, va el caballero a la iglesia,
ve dos luces encendidas, y una sepultura abierta.

- Arrímate, caballero; arrímate acá, no temas.
Tengo licencia de Dios de hacer de ti lo que quiera;
si no es por el relicario que traes para tu defensa
te había de enterrar vivo aunque Dios vida te diera,
porque otra vez no te burles de los santos de la iglesia.


El Convidado de Piedra
Joaquín Díaz. Cancionero de Romances

Etiquetas: