Una fiesta olímpica
Y Madrid salió a la calle. Había mucha gente, mucho calor, muchas actividades, y sobre todo, muchos sombreros de paja. Por todas partes globos y banderitas. Era una fiesta pensada para los mayores, para los miembros del COI que hoy han presentado su informe sobre la candidatura. Pero los protagonistas fueron los niños, tanto que algún abuelo que no podía resistir su ritmo se preguntaba «¿Qué hago yo aquí?».
No faltaron los monociclistas, los zancudos o los artistas de globoflexia. Aquí y allí había atracciones hinchables, casetas regionales, actividades deportivas de tiro con arco, baloncesto, balonmano, judo, fútbol, hockey, karts... incluso un futbolín hinchable de tamaño gigante en el que los niños eran los jugadores. Tampoco faltó la policía, los servicios de limpieza o el Samur, que nunca fallan.
Hasta los bomberos. Y es que el calor era tal que se acercaron para refrescar a los asistentes a manguerazo limpio. De vez en cuando, un niño se acercaba, con el pelo y la camiseta chorreantes, a provocarles con un chapoteo. Luego corría, huyendo del azote del agua que le perseguía en represalia. El juego y el agua salpicaban las caras de los transeúntes con una sonrisilla cómplice.
En una carpa de Madrid 2012, una señorita explicaba con paciencia cómo hacerse voluntario. «¿Cuántos van?». La chica resopla: «No lo sé, ¡millones!. Llevo aquí desde las 11 de la mañana...». Millones a lo mejor no, pero lo cierto es que la cifra sobrepasa con holgura los 48.000 voluntarios. De vez en cuando la multitud abría paso a unos patines o una silla de ruedas que cruzaban el asfalto a toda velocidad.
Los Tweenies no pararon de dar caña en todo el día, resistiendo olímpicamente el calor que debía hacer dentro de esos trajes de gomaespuma y esas cabezas de plástico. Aunque los ñoños cuentos musicales como La Bella Durmiente —«y dormida se quedó, años ha, años ha»— daban ganas de largarse, estos personajes de colores se atrevieron con una versión en castellano de Shake your tailfeather, de los Blues Brothers, que sonaba realmente bien. También aguantaron el calor de forma admirable las bandas de música y los grupos folclóricos de baile.
Colas en todas partes, menos para esto. Como era una fiesta políticamente correcta, no faltaron los stands solidarios, un detalle bonito que quedó más como un adorno de lujo que como un gesto sincero. Claro que si es la única forma de que el cántaro vaya a la fuente...
A las 7 de la tarde, los castillos se desinflaron, las bandas dejaron de tocar y del vientre de un camión situado en la plaza del Doctor Marañón comenzó a desplegarse la bandera. Se aproximaban los coches de policía y los agentes en moto formando un triángulo. La gente se hizo a un lado, con los sombreritos de paja alineados desordenadamente, asomándose ahora sí y ahora no. «Ahí viene. Es la bandera más larga del mundo».
Después de hora y media de desfile —«Mira, mamá, que sigue»—, la bandera por fin llegó a Cibeles. Los voluntarios y espontáneos se detuvieron, agitándola como para mantear a alguien. «Fuerte, fuerte, ¡que da un airecito más rico!», exclamó un hombre. Después, se cortó la bandera para reciclarla: una ONG hará con ella bolsos y mochilas.
No faltaron los monociclistas, los zancudos o los artistas de globoflexia. Aquí y allí había atracciones hinchables, casetas regionales, actividades deportivas de tiro con arco, baloncesto, balonmano, judo, fútbol, hockey, karts... incluso un futbolín hinchable de tamaño gigante en el que los niños eran los jugadores. Tampoco faltó la policía, los servicios de limpieza o el Samur, que nunca fallan.
Hasta los bomberos. Y es que el calor era tal que se acercaron para refrescar a los asistentes a manguerazo limpio. De vez en cuando, un niño se acercaba, con el pelo y la camiseta chorreantes, a provocarles con un chapoteo. Luego corría, huyendo del azote del agua que le perseguía en represalia. El juego y el agua salpicaban las caras de los transeúntes con una sonrisilla cómplice.
En una carpa de Madrid 2012, una señorita explicaba con paciencia cómo hacerse voluntario. «¿Cuántos van?». La chica resopla: «No lo sé, ¡millones!. Llevo aquí desde las 11 de la mañana...». Millones a lo mejor no, pero lo cierto es que la cifra sobrepasa con holgura los 48.000 voluntarios. De vez en cuando la multitud abría paso a unos patines o una silla de ruedas que cruzaban el asfalto a toda velocidad.
Los Tweenies no pararon de dar caña en todo el día, resistiendo olímpicamente el calor que debía hacer dentro de esos trajes de gomaespuma y esas cabezas de plástico. Aunque los ñoños cuentos musicales como La Bella Durmiente —«y dormida se quedó, años ha, años ha»— daban ganas de largarse, estos personajes de colores se atrevieron con una versión en castellano de Shake your tailfeather, de los Blues Brothers, que sonaba realmente bien. También aguantaron el calor de forma admirable las bandas de música y los grupos folclóricos de baile.
Colas en todas partes, menos para esto. Como era una fiesta políticamente correcta, no faltaron los stands solidarios, un detalle bonito que quedó más como un adorno de lujo que como un gesto sincero. Claro que si es la única forma de que el cántaro vaya a la fuente...
A las 7 de la tarde, los castillos se desinflaron, las bandas dejaron de tocar y del vientre de un camión situado en la plaza del Doctor Marañón comenzó a desplegarse la bandera. Se aproximaban los coches de policía y los agentes en moto formando un triángulo. La gente se hizo a un lado, con los sombreritos de paja alineados desordenadamente, asomándose ahora sí y ahora no. «Ahí viene. Es la bandera más larga del mundo».
Después de hora y media de desfile —«Mira, mamá, que sigue»—, la bandera por fin llegó a Cibeles. Los voluntarios y espontáneos se detuvieron, agitándola como para mantear a alguien. «Fuerte, fuerte, ¡que da un airecito más rico!», exclamó un hombre. Después, se cortó la bandera para reciclarla: una ONG hará con ella bolsos y mochilas.
Ya en la Puerta de Alcalá, a las 9:30h, apareció Shakira —«¡no lleva la pulsera!»— y cantó cuatro canciones. No es una forma de hablar. La última, mano a mano con Alejandro Sanz, que vestía una camiseta de Madrid 2012. Después apareció el alcalde en mangas de camisa y la obsequió con dos rosas. Blancas, por si las moscas. Tras la despedida de Gallardón, Shakira, Alejandro Sanz y un Miguel Bosé que pasaba por allí aparecieron los fuegos artificiales.
Una fiesta que sacó de sus casas a los madrileños. Aunque no todos estaban allí, claro, ni todos están de acuerdo con la candidatura. Un poco más arriba, se celebraba otra fiesta que tampoco ha debido estar nada mal. Pero les habíamos colado un señor caballo de Troya.
Una fiesta que sacó de sus casas a los madrileños. Aunque no todos estaban allí, claro, ni todos están de acuerdo con la candidatura. Un poco más arriba, se celebraba otra fiesta que tampoco ha debido estar nada mal. Pero les habíamos colado un señor caballo de Troya.
Galería de demadridalcielo aquí. Aunque están bastante mejor ésta y ésta.
Etiquetas: Juegos Olímpicos
6 comentarios:
madre mía, casi muero. Cuando fui a publicar blogger... simplemente decidió que había perdido la conexión y tuve que reescribirlo :S:S:S:S
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Todo muy bonito y muy limpito.
PD: Blogger puso un sistema para recuperar posts perdidos por problemas de conexión... ¿no te recuperó nada?
PD2: Ya se escuchan rumores: los primos, Albertito y Trinidacita, se están repartiendo las prebendas en caso de que Madrid sea escogida ciudad olímpica.
Jo, y yo de exámenes... me quedé con ganas de ir
madrid 2012: campaña agresiva de publicidad que hace como si esto fuera de todos y detrás están los grupos especuladores que hacen que los jovenes no nos podamos comprar un piso digno. Y encima nosotros les aplaudimos la ocurrencia.
Política farónica de símbolos, en vez de fomentar el deporte popular. Gastos desorbitantes mientras que en madrid 3 mil personas sin hogar, y cuantos viejos sin compañía y cuantos... y tantos...
Prefiero tener otra excusa para viajar a parís, a que me suban el alquiler los próximos años y el alcalde de turno tenga excusas para darle más obras a sus colegas.
Laura, esperaba de ti un poco más de espíritu críico, aparte del olímpico.(aunque la página está cojonuda).
abrazos deportivos.
no es un blog personal, y tampoco es un blog político... procuro evitar entrar en consideraciones sobre lo que cuento
sin embargo es verdad que siempre muestro la cara amable de la ciudad, así que tomo nota de tu comentario... procuraré hacer fotos también de los barrios que se caen a pedazos o de algunas de las realidades sociales que nos saltan a la cara cuando caminamos por la calle...
pero no esperes que acabe hablando de la política de la alcaldía, de la especulación urbanística o del márketing detrás de la candidatura... porque para eso ya existen otras bitácoras que lo dicen mucho mejor y con mucho más fundamento que yo. El domingo yo era una simple testigo de la fiesta, no una analista política ;) eso, de momento, me queda grande
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