El Ángel de la Paz

Así llamaban a Evaristo San Miguel, un estudiante de Humanidades asturiano que acabó convirtiéndose en militar, político e historiador. Todo comenzó en 1807, durante la Guerra de Independencia, durante la cual se alistó al Batallón de Voluntarios del Estado en Madrid. Más tarde volvió a su tierra natal, donde fue hecho prisionero por los franceses. El presidio en tierras galas le sirvió para conocer a los liberales de su época.

Tras su liberación, en 1814, se opuso al Manifiesto de los Persas que legitimó la restauración de Fernando VII, por lo que volvió a ser apresado. Años más tarde, ya libre, sería nombrado Segundo Jefe de Estado Mayor. Se sumó al alzamiento de Riego, y dicen que fue él quien compuso la letra del Himno de Riego. El recuerdo de sus actuaciones al frente de la Milicia Nacional en 1822 en defensa de Madrid le llevaron a ser apodado por sus conciudadanos Ángel de la Paz.

Después asumiría diversos cargos políticos durante el reinado de Fernando VII, combatiría a los Cien Mil Hijos de San Luis en Cataluña, se exiliaría a Londres tras un nuevo periodo en la cárcel. Volvería a España para apoyar a la futura Isabel II, por la que tomaría parte en la Primera Guerra Carlista.

También fue elegido diputado en las Cortes que aprobaron la Constitución de 1837, y luego fue Ministro de la Guerra con Espartero. En 1852 ingresó en la Real Academia de la Historia, y durante su discurso de toma de posesión dijo aquello de que "... la verdad es mil veces más maravillosa que la misma fábula: la realidad vuela más alto que la ficción a la que sirve a veces de alimento."

Muchas otras cosas, grandes y pequeñas, hizo Evaristo San Miguel antes de su muerte. En Madrid siempre será recordado por la calle que lleva su nombre. Y a partir de ahora, confío en que la próxima vez que digáis que "la realidad supera a la ficción", os acordéis del Ángel de la Paz que una vez defendió Madrid.