Cervantes deja Madrid
«Adiós», dije a la humilde choza mía;
«adiós, Madrid; adiós tu Prado y fuentes,
que manan néctar, llueven ambrosía;
adiós, conversaciones suficientes
a entretener un pecho cuidadoso
y a dos mil desvalidos pretendientes;
adiós, sitio agradable y mentiroso,
do fueron dos gigantes abrasados
con el rayo de Júpiter fogoso;
adiós, teatros públicos, honrados
por la ignorancia, que ensalzada veo
en cien mil disparates recitados;
adiós, de San Felipe el gran paseo,
donde si baja o sube el turco galgo,
como en gaceta de Venecia leo;
adiós, hambre sotil de algún hidalgo,
que por no verme ante tus puertas muerto,
hoy de mi patria y de mí mismo salgo».
«adiós, Madrid; adiós tu Prado y fuentes,
que manan néctar, llueven ambrosía;
adiós, conversaciones suficientes
a entretener un pecho cuidadoso
y a dos mil desvalidos pretendientes;
adiós, sitio agradable y mentiroso,
do fueron dos gigantes abrasados
con el rayo de Júpiter fogoso;
adiós, teatros públicos, honrados
por la ignorancia, que ensalzada veo
en cien mil disparates recitados;
adiós, de San Felipe el gran paseo,
donde si baja o sube el turco galgo,
como en gaceta de Venecia leo;
adiós, hambre sotil de algún hidalgo,
que por no verme ante tus puertas muerto,
hoy de mi patria y de mí mismo salgo».
Cervantes, 1614
Etiquetas: poesía
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