Ahora, que la suerte se ha apartado de mi lado,
tranquilamente me entretengo rebuscando en el pasado
fotos veladas, calles vacías que me dejen caminar
acompañado por tu ausencia. Una voz anestesiada,
gritos ahogados, evasiones, evidencias enterradas,
coches en fila, apellidos que no llevan nombre,
cartas marcadas. Hace un rato la jugada ya se ve venir.
Horas perdidas que se fueron al tirar de la cadena,
sobres cerrados, camuflaje pa' evitar las despedidas.
No queda nada. Carreteras que no fueron a ninguna parte,
barras dobladas que protestan agotadas de romper cabezas.
Acostumbrado a vivir acariciando Madrid,
olvidar no es tan sencillo.
Cómplices del ruido que aún me zumba en los oídos,
dueños del aire que respiro.
Lágrimas a punto de saltar por la ventana si se enteran
que de una mochila depende la vida.
Gasolineras que nos cortan a las diez el suministro,
agitadores de domingo predicando un catecismo
tan desfasado que no es fácil decir cuándo se empezó a ir la mano.
Mentes de trapo aplastadas por el peso de la resignación.
Comisarías, policías tan borrachos como cubas,
hombres de verde que creyeron descender de las alturas,
dioses a mano armada que vigilan de reojo. Vuela mi vida en los lomos de
ruedas gastadas, empeñadas en borrar el suelo en cada curva.
Acostumbrado a vivir viendo cómo arde Madrid,
la realidad me sabe a poco y bien poco me vale pa' sobrevivir.
Acariciando Madrid, Encrudo.
Gracias a | David, ¡por descubrirme esta canción!