La osa y el madroño llevan ochocientos años en el escudo de Madrid, pero ¿cómo llegaron ahí?.
El primer escudo, antes de 1200
Los escudos medievales solían testimoniar hazañas realizadas o los animales o cosas importantes que existían en los entornos de sus gentes. De ahí que el primer emblema de Madrid representara una piedra de pedernal sumergida en agua, y una leyenda que rezaba:
Fui sobre agua edificada
Mis muros de fuego son
Esta es mi insignia y blasónLos madrileños estaban muy orgullosos de los muros de pedernal que despedían chispas al ser golpeados y de los grandes acuíferos
que aún hoy conserva. Estos acuíferos le habían dado su primer nombre, Matrice, cuando aún era una aldea visigótica edificada alrededor de un arroyo matriz. Nacía en un manantial próximo a la Plaza de Puerta Cerrada y tenía su cauce a lo largo de lo que hoy es la calle de Segovia. Más tarde, con la invasión musulmana este arroyo sería canalizado en galerías llamadas
mayrát, nombre que terminaría derivando en Magerit y más tarde en Madrid.
La osa
En 1202, Alfonso VIII concede los fueros a Madrid, lo cual permitía disfrutar de las tierras y montes desde Madrid a la Sierra. La Clerecía y el Concejo comenzarán a disputarse el dominio de estas tierras. El pleito durará 20 años y se adoptará una solución salomónica: los clérigos se quedarían con los pastos y tierras que rodeaban al castillo de Madrid y sus montes, mientras que el Concejo sería el dueño de los pies de los árboles y la caza.
Como resultado de esta decisión, la Clerecía madrileña adopta el emblema de una osa pastando en un campo. Este emblema pretendía representar el poder de la Iglesia, haciendo notar que aunque el Concejo tuviera potestad sobre las fieras para cazarlas, éstas se inclinaban para alimentarse de los pastos de la Iglesia. Siete estrellas adornaban su lomo, semejantes a la constelación de la Osa Menor.
El madroño
El Concejo crea a su vez otro blasón, en el que la osa aparece erguida sobre sus dos patas traseras, alimentándose de los frutos de un madroño. El arbusto simboliza la posesión de los pies de los árboles que correspondía al Concejo y su importancia para la construcción en una ciudad que, como la osa, comienza a levantarse. Añaden también una cinta azul, color que representa la pureza del cielo de Madrid, en la que colocarán las siete estrellas.
La corona
En 1544, Carlos V, agradecido por los cuidados recibidos mientras había permanecido en cama con fiebres, ofrece a los representantes de Madrid una distinción real. Éstos rehusan diciendo que cualquier privilegio que quiera otorgales debe dárselo también a Madrid.
El rey decidió entonces concederle a la Villa el privilegio de llevar la corona real en su escudo. Por entonces las fiebres solían tratarse con un brebaje de hojas de madroño, de forma que la corona se colocó en un principio sobre el arbusto. Hacia el siglo XVIII la corona comienza a representarse encima del blasón.
En 1859 se divide el escudo para hacer sitio a un grifo dorado sobre fondo azul, en representación de un dragón que había sido encontrado en el siglo XVI durante las obras del ensanche de Puerta Cerrada. Este escudo también incluía una corona sobre campo de oro, concedida por las Cortes de 27 de Diciembre de 1822. La corona era una trenza de guirnalda de hojas de roble y una banda carmesí.
Finalmente, en el pleno 28-4-1967, el Ayuntamiento dispuso un nuevo escudo que decía así:
En campo de plata un madroño de sinople (verde), terrasado de lo mismo, frutado de gules, (rojo) y acostado de un oso empinante de sable (negro) y bordura de azur, cargada de siete estrellas de plata; al timbre, corona real antigua.
Ese mismo año se erige la
escultura de la osa y el madroño que puede contemplarse en la Puerta del Sol. También la historia de dónde ha estado ubicada la estatua es muy interesante,
la contamos aquí.
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